El infierno
Personajes
Javier
Alberto
Detenido
Jefe
Escena
(Se abre el telón, es una
habitación con tres sillas y una mesa, las paredes tienen humedad y por ello la
pintura que antes era blanca ahora es gris y está descascarillada. Hay dos
hombres, uno está esposado, con un vendaje en la cabeza y sentado en la silla,
y el otro está de pie fumando un cigarrillo).
Detenido.- (Acaba de despertar, cabizbajo y tocándose el vendaje) ¿Dónde estoy?
Alberto.- Vaya, ya te despiertas. (Da una calada). Mejor, así no te tendrá
que despertar mi compañero, ¿recuerdas el golpe que te ha dado antes?, pues eso
no es nada. El caso es que te hemos apresado y por el momento no necesitas
saber nada más.
(Alberto apaga el cigarrillo en la pared y el detenido se va a levantar para
replicar pero de repente se abre la puerta, entra Javier y pega un empujón al
detenido que le hace quedarse inconsciente, ninguno se percata de ello).
Javier. ¡Quieto ahí puto rojo!
Mira Alberto cómo lo hago, así hay que tratar a esa chusma. Sin mariconadas, a
ostia viva.
Alberto.- ¿Pero no será mejor
que llegue el jefe para empezar el interrogatorio?
Javier.- Se nota que eres un
novatillo por muchas recomendaciones que tengas. De verdad, a veces pienso que
lo único que has hecho para recibirlas ha sido lamer culos y dejar que te lo
peten esos maricas con dinero. Si hubieses luchado en la guerra civil y hubieses
estado varios años de policía serías un verdadero hombre. A mí lo que más me
gustaba del cuerpo era cuando soltábamos a los presos creyendo ellos que iban a
ser libres, y cuando llegaban a los 10 metros… (Alza la mano con la pistola en alto). Pum, adoraba ver cómo caía al suelo esa escoria. (Pensativo) Bueno, no me
desviaré más del tema (ríe). El
caso es que hay que calentarle un poco antes de que venga el jefe para que
cuando llegue él este mal nacido escupa lo que sabe más rápido en lo que una
puta barata escupe mi semen cuando no la pago bien.
Alberto.- (Sin prestarle mucha atención). Entiendo.
Javier.- Eso es lo que quiero oír.
(Mira al detenido) Ahora
veamos… vamos a ver… Bueno, hijo de puta, hasta que no llegue el jefe no
vamos a hacer preguntas, (niega con la
cabeza) no es necesario, no tendría sentido. Además, quiero divertirme
contigo. Cada vez encontramos menos grupos de bastardos como el tuyo y eso me
entristece mucho… Así que vas a tener que recibir por todos los bastardos
como tú a los que no voy a poder machacar por estar en el exilio.
¡Cobardes! (Propina una bofetada al
detenido que al estar dormido no se entera).
Alberto.- Al menos no le dejes
inconsciente, y ten cuidado con no desencajarle la mandíbula. El jefe quiere
que pueda hablar.
Javier.- Pero qué lameculos que
estás hecho. (Propina otra bofetada al detenido que empieza a tener sangre en
la boca). En fin… Pues si no quieres que muera ve inmediatamente a llamarle
porque pronto no quedará nada de él.
Alberto.- Está bien. (Hace mutis y Javier se saca un cigarro y se
pone a fumar).
Javier.- Puff, estoy hasta los cojones de ese niñato que no tiene casi pelos
en los huevos ni sangre de otras personas en sus manos, ¡ahora incluso me tutea!
Que si una cosa, que si cuidado, que si no le mates, que si bah, sandeces y gilipolleces, estoy
harto y me da rabia con qué velocidad ha subido en el escalafón de la organización,
lo que yo tardé tres años él lo ha hecho en uno… (Pensativo) Seguro que es algún niño mimado de papá porque otra
cosa… (Al cabo de dos minutos apaga el
cigarrillo y mira su reloj. Se enfurece). ¡15 minutos ya! Me cago en las
muelas de Azaña, cómo está tardando en volver esta niña mimada. Me aburro
y eso no es bueno porque a este paso voy a empezar acortarte los dedos uno a
uno. (Se acerca al detenido y llaman a la
puerta). ¡Adelante! (Entra Alberto
seguido de su jefe). Hola Jefe.
Jefe.-Imbécil, se te oía desde el
principio del pasillo. Qué estúpido eres, menos mal que te he puesto a este muchacho
para que te ate en corto a la hora de cometer animaladas. En fin, contadme qué
tal os ha ido la operación.
Javier.- Que te lo explique el
novato, yo paso. (Se muerde una uña).
Alberto.- Bueno Jefe, la operación
salió peor de lo imaginado, si Javier no hubiese abierto fuego tan pronto…
Javier.- (Enfadado). ¿Cómo que tan pronto? Estaban a punto de escapársenos y
tú no hacías más que repetir como un bebé “Aún no te muevas, paciencia ten pa”…
Jefe.- (Cansado). Pero ¿te puedes callar lerdo? Si no fuese por tu frialdad
a la hora de matar y de hacer interrogatorios en última instancia te habría
denunciado hace mucho a la policía, te tienen unas ganas por lo que le hiciste
a tu compañero que pactarían con el mismísimo demonio para juzgarte y
fusilarte. Por eso me gusta tenerte comiendo de mi mano. Bueno, sigue
contándome.
Alberto.- El caso es que tras el
primer disparo los siete hombres han empezado a huir y Javier les ha empezado a
perseguir, sin embargo solo a cogido a este que le ha dado al tirarle una
piedra y le ha dejado inconsciente.
Jefe.- Estoy decepcionado con
vosotros. (Encoge los hombros para quitar
peso al asunto). Pero en la situación actual pillar a uno de estos es como
coger el humo con las manos y pagan muy bien. Así que primero le sacaremos la
información para nuestros superiores y después, si sigue en buen estado, lo
llevaremos a una comisaría para que nos den una recompensa por él. (Se pasea de un lado a otro). Bueno, está
bien, ¿Cómo te llamas? (El detenido sigue
inconsciente y ahora los tres caen en ello). ¡Despertadle! (Va a despertarle Javier). No, mejor que
lo haga Alberto, no quiero que acabe con la mandíbula salida. (Alberto le da unos cachetes y el detenido se
despierta).
Detenido.- ¿Dónde estoy? ¿Por qué
estoy aquí? ¿Qué su…
Jefe.- ¡Cállate! Aquí el único que
hace preguntas soy yo. Así que dime cómo coño te llamas.
Detenido.- Mi nombre es Álvaro
García Montero, pero ¿qué…
Jefe.- Javier machácale de un puñetazo
su mano contra la mesa para que aprenda a obedecerme. (Al Detenido). ¡He dicho que solo yo hago preguntas! (A Javier de nuevo). Y después saca el
cuchillo por si acaso aún no llega a entrarle esto en la mollera. (Javier le atiza y el detenido grita de dolor).
Siguiente pregunta ¿eres del PC?
Detenido.- ¿Cómo ha dicho?
Jefe.- ¡Que si eres del Partido Comunista coño!
Detenido.- (Asustado
se mea en los pantalones, está en shock). No, no, solo he estado en una
reunión, si lo que queréis es información yo no sé nada. (El jefe se pone detrás del detenido y le huele).
Jefe.- Eso es mentira. Pobrecillo ¿te has
meado? ¿Sabes lo que les hago a los que se mean y me mienten? Solo diré que mi
mujer no me da lo que quiero y hace semanas que no me voy de putas porque el Mandamás me tiene vigilado, así que vas
a recibir las consecuencias de ello. Alberto, Javier sujetádmelo bien mientras
le jodo. Si me dices la información ahora te haré el menor daño posible y todos
contentos, es decir, no te rajaré para que entre bien a la primera, si no
hablas ya sabes lo que toca. ¡Alberto dame el cuchillo! (El detenido intenta moverse pero no puede).
Detenido.- (Intentando
soltarse). ¡No, eso no por favor! ¡No he mentido en nada, lo único es que
esta era mi primera reunión y no sé mucho!
Jefe.- Está bien, ¿quiénes son los que estaban
contigo? ¡Dime sus nombres!
Detenido.- Sólo me sé los nombres de dos de
ellos. Se llaman Diego Pérez Sánchez y Gregorio Vicente Fernández. A ambos los
conocí en un bar que se llama “Bar Julián”, pero no suelen frecuentar ese bar
más de una vez por semana: los miércoles. Les caí bien a lo largo de varias
semanas y me invitaron a su grupo ¡No sé nada más!
Jefe.- Muy bien, muy bien, ¿y de qué
estuvisteis hablando en la reunión?
Detenido.- No hablamos casi, nos estábamos
quejando de cómo iba el mandato de Franco.
Jefe.- ¡No me mientas joder! Mira que empiezo a
rajarte.
Detenido.- Vale, vale. Sólo hablamos de una
cosa importante. Hemos hablado sobre que la Pasionaria iba a entrar en España
para alentarnos a seguir luchando, para burlarse del régimen haciéndose una
foto en pleno Madrid, para que viésemos que la vigilancia no es tan dura como
hace varios años y …
Jefe.- ¿Y
cuándo va a venir?
Detenido.- (Llorando).
¡No lo sé, no dijeron nada más! El resto de información no lo sabían ellos por
seguridad. No sé nada más, en serio, ¡No sé na...
Jefe.- (Da
un golpe en la mesa). ¡Basta! Por el momento es suficiente. Alberto,
Javier, atadle con las esposas a la mesa y largaos de aquí y hasta dentro de
media hora no volváis. Este ya está acabado, lo huelo, no sabe nada más.
Alberto y Javier.- (Al unísono). ¡Sí Jefe! (Alberto
y Javier le atan con las esposas y Javier deja el cuchillo encima de la mesa y
sonríe al jefe. Tras esto ambos se van de la habitación. El detenido empieza a
gritar).
Jefe.- Bueno, ¿por dónde íbamos? Ah, ya me
acuerdo. (Coge el cuchillo de encima de
la mesa).
Detenido.- ¡No! ¡No! ¡Por favor no lo hagas!
¡Socorro! ¡Socorro!
(Telón).
Personajes
Javier: Complejo de Aquiles y complejo de Caín.
Alberto: Complejo de Pulgarcito.
Detenido: Complejo de Dafne.
Jefe: Complejo de Aquiles.